Pues me hacéis casamentero,
Ángela de Mondragón,
escuchad de vuestro esposo
las grandezas y el valor.
Él es un médico honrado,
por la gracia del Señor,
que tiene muy buenas letras
en el cambio y el bolsón.
Quien os lo pintó cobarde
no lo conoce y mintió,
que ha muerto más hombres vivos
que mató el Cid Campeador.
(Poesía, núm. 783, p. 1099)
Epitafio a un médico
Yacen de un home en esta piedra dura
el cuerpo yermo y las cenizas frías;
médico fué, cuchillo de natura,
causa de todas las riquezas mías;
y agora cierro en honda sepultura
los miembros que rigió por largos días,
y, aun con ser Muerte yo, no se la diera,
si dél para matarle no aprendiera.
Epitafio a un médico (II, 19)
«mucha más gente enferma de los enfadosos que de los tabardillos y calenturas, y mucha más gente matan los habladores entrometidos que los médicos. Y has de saber —habla la Muerte— que todos enferman de excesos o destemplanza de humores; pero lo que es morir, todos mueren de los médicos que los curan»
«Si el morir no hay médico que lo estorbe, y hay muchos que lo inducen, si la salud es su pobreza, si la enfermedad es su caudal, que hacen de su juicio los que se persuaden, que los médicos les desean una salud, que no les vale nada, y que acabarán una enfermedad, que les es contribución y tesoro.»Fuentes:
Las sátiras de Quevedo y su recepción
Obras de Don Francisco de Quevedo Villegas, Volumen 2
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