¿cómo encontrarlas? ¿Qué método adoptar para hallarlas? De la solución que diese a esta cuestión parecíale depender todo el éxito. Dice expresamente que había creído que la verdad permanece oculta únicamente porque no disponemos de un método adecuado para descubrirla. Y este método se lo dio la filosofía neoplatónica. La verdad no hay que buscarla en el exterior, en los sentidos, en la experiencia, empíricamente, sino en la propia intimidad, en la conciencia y por intuición del espíritu. Encontró así San Agustín el punto arquimédico mucho antes que Descartes, y descubrió la certeza de los hechos de la conciencia. Esto le adjudica un puesto de honor en la historia de la filosofía y le coloca junto al fundador del pensamiento moderno.
Introducción a "Contra los académicos"
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Pero quién puede mostrarnos la verdad, lo has dicho tú, Alipio, cuyo disentimiento evitaré con ahinco. Porque has dicho, tan breve como religiosamente, que sólo algún divino numen puede manifestar al hombre lo que es la verdad. En este discurso nuestro, ninguna otra proposición he oído tan grata, tan grave, tan probable, y si nos asiste esa divinidad, ninguna tan verdadera.
Contra los académicos, III. 6. 13
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Aseguras que nada puede saberse de cierto en filosofía, y para propagar tu razonamiento a lo largo y a lo ancho apelas a las reyertas y disensiones de las escuelas, creyendo que son
las mejores armas contra los filósofos.
¿Cómo vamos a juzgar de la disidencia entre Demócrito y los antiguos físicos sobre la unidad o pluralidad incontable del mundo, cuando entre él y su heredero Epicuro no pudo mantenerse la concordia? Pues aquél, partidario de la vida muelle, cuando a los átomos, que son como sus esclavas, esto es, a los corpúsculos que él tan satisfactoriamente se imagina en los pliegues recónditos de las cosas, les permite cambiar de dirección y desviarse espontáneamente de aquí para allá en otras direcciones, disipó todo el patrimonio con esta escisión.
Mas nada de esto me atañe a mí. Pues si corresponde a la sabiduría el saber algo de estas cosas, no puede faltar al sabio dicha ciencia. Y si otra cosa es la sabiduría, el sabio la conoce,
y menosprecia tales bagatelas.
Con todo, yo, que estoy lejos aún de la proximidad del sabio, en estas cosas de la naturaleza alguna ciencia de cuestiones físicas poseo. Pues por cierta cosa tengo que el mundo es uno o no es, y que si hay muchos mundos son de número finito o infinito. Venga a decirme Carnéades que esta opinión tiene todos los visos de falsa.
Igualmente sé que este nuestro mundo está dispuesto así o por la naturaleza de los cuerpos o por alguna providencia, y que o siempre existió y ha de existir o que habiendo comenzado, no acabará nunca; o que no tuvo principio temporal, pero que tendrá fin; o que comenzó a subsistir y su permanencia no será perpetua. Yo poseo una suma innumerable de esta clase de conocimientos relativos al mundo. Porque son verdaderas estas proposiciones disyuntivas y nadie las puede
confundir con lo falso, so pretexto de alguna semejanza con él.
-Pero toma aisladamente una de ellas, dice el académico.
-No me place; porque eso es decir: deja lo que sabes
y afirma lo que ignoras.
-Luego tu opinión se halla en suspenso.
-Más vale que esté suspensa que derribada en tierra; porque ella es clara y puede llamarse o verdadera o falsa. Y ésta digo que sé. Tú, que no niegas que ellas pertenezcan a la filosofía, pruébame que no las sé: di que estas proposiciones disyuntivas, o que son falsas o que tienen algo común con la falsedad, que las hace enteramente indiscernibles.
24. -¿Cómo sabes, objeta el académico, que existe este mundo , si los sentidos engañan?
-Nunca vuestros razonamientos han podido debilitar el testimonio de los sentidos, hasta convencernos que nada nosaparece a nosotros , ni vosotros os habéis atrevido a tanto; pero habéis puesto grande ahinco en persuadirnos de la diferencia entre ser y parecer.
Yo, pues, llamo mundo a todo esto, sea lo que fuere, que nos contiene y sustenta; a todo eso, digo, que aparece a misojos y es advertido por mí con su tierra y su cielo, o lo que parece tierra y cielo. Si tú dices que nada se me aparece, entonces nunca podré errar , pues yerra el que a la ligera aprueba lo aparente. Porque sostenéis que lo falso puede parecerverdadero a los sentidos, pero no negáis el hecho mismo del aparecer. Y absolutamente desaparece todo motivo de discusión donde a vosotros os gusta triunfar , si no sólo nada sabemos, sino que también se suprime toda apariencia. Pero si tú niegas lo que a mí me parece sea el mundo, es una cuestión de nombres, pues ya te he dicho que a eso que se me aparece a mí doy el nombre de mundo.
Contra los académicos, III.10. 23, 24
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