Séneca: extractos de la Consolación a su madre Helvia
- Así pues, que lloren largo tiempo y giman aquellos cuyos corazones melindrosos ha enervado una prolongada prosperidad y que se derrumban por la sacudida de los más ligeros contratiempos; aquellos, en cambio, cuyos años han transcurrido enteramente en medio de quebrantos, que soporten también lo más penoso con firme e inquebrantable serenidad. Una única ventaja tiene la desventura constante: a los que atormenta siempre, al final los acaba curtiendo.
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- Hemos sido engendrados en condiciones favorables mientras no nos apartemos de ellas. La naturaleza ha hecho que para vivir bien no haya necesidad de grandes preparativos: cada cual puede hacerse feliz a sí mismo. La importancia de las circunstancias externas es poca y tal que no tiene gran influencia en ninguno de los sentidos: ni las favorables encumbran al sabio ni las adversas lo abaten. En efecto, siempre se ha esforzado por depender lo más posible de sí mismo, por esperar de sí mismo todas las satisfacciones. ¿Qué, pues? ¿Estoy diciendo que soy sabio? En absoluto; pues si realmente pudiera afirmarlo, no sólo negaría ser un desdichado, sino que proclamaría que soy el más afortunado de todos y que he sido trasladado a la vecindad con el dios. En realidad, cosa que es bastante para mitigar todos los pesares, me he puesto en manos de los sabios y, no estando aún repuesto para socorrerme a mí mismo, me he refugiado en campamento ajeno, esto es, el de los que sin dificultad se defienden a sí mismos y a los suyos.
- Si para enfrentarte a una parte cualquiera de tu suerte tienes fortaleza suficiente, lo mismo te sucederá con todas. Una vez que el valor ha fortalecido el espíritu, lo hace invulnerable por todos lados. Si te ha abandonado la codicia, la plaga más violenta del género humano, la ambición no te supondrá un obstáculo; si contemplas tu día último no como un castigo sino como una ley natural, en tu corazón, del que habrás expulsado el miedo a la muerte, no osará entrar ningún otro temor; si piensas que el apetito sexual le ha sido dado al hombre no para su placer sino para propagar la especie, como no te habrá corrompido esta oculta perdición clavada en las entrañas mismas, cualquier otro deseo pasará por tu lado sin tocarte. La razón derriba los vicios no uno a uno, sino todos al mismo tiempo: de un golpe se obtiene la victoria sobre el conjunto.
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- Sé que la cuestión no está en nuestras manos y que ningún sentimiento se deja someter, menos aún el que nace del dolor, pues es fiero y rebelde a cualquier remedio. A veces queremos sofocarlo y tragarnos los gemidos; sin embargo, por nuestro rostro compuesto y arreglado se derraman las lágrimas. Otras veces con los juegos o con los combates de gladiadores mantenemos ocupado el espíritu; con todo, lo van minando, en medio de los espectáculos que lo entretienen, las leves punzadas de la añoranza. Por eso es mejor vencer ese sentimiento que engañarlo; en efecto, el que ha sido burlado o distraído por placeres o quehaceres, al punto se recobra y gracias al descanso toma fuerzas para ensañarse; en cambio, todo el que cede a la razón queda apaciguado para siempre. Así pues, no tengo intención de prescribirte lo que sé que muchos han utilizado, que te distraigas con un largo viaje o disfrutes con uno placentero, que ocupes mucho tiempo en hacer que salgan bien las cuentas o en administrar tu patrimonio, que continuamente te metas en algún asunto nuevo: todas estas cosas son útiles por corto tiempo y no son remedios sino trabas para el dolor; por mi parte, yo prefiero darle fin a darle largas. Por tanto, te guío allí donde deben refugiarse todos los fugitivos de su suerte, a los estudios liberales: ellos curarán tu herida, ellos arrancarán de raíz tu tristeza.
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